Historia

En el encantador pueblo de Rosarito, en el norte de México, vivía Esperanza, una joven curandera conocida por su habilidad en la herbolaria. Un día, mientras exploraba las colinas cercanas, encontró una combinación de zacate de limón, jengibre y hierbabuena. Inspirada por su frescura y vitalidad, decidió crear una tisana refrescante.

Con cuidado, Esperanza mezcló los ingredientes y creó la «Frescura Cítrica». Pronto, la tisana se convirtió en la bebida favorita de los habitantes de Rosarito, conocida por su sabor revitalizante y su capacidad para refrescar tanto el cuerpo como el espíritu.

El legado de Esperanza perduró a través de las generaciones en Rosarito, recordando a todos la magia de la herbolaria mexicana y la importancia de aprovechar los regalos de la naturaleza para el bienestar común.